El Jéets Méek’ consiste en cargar al pequeño por primera vez, separándole las piernas y colocándolo a horcajadas sobre la cadera del padrino o madrina elegido por los padres. Esta ceremonia se lleva a cabo cuando las niñas tienen 3 meses de nacidas y los niños 4, y debe coincidir con la luna llena (Ruz 2007). De acuerdo con las creencias, este ritual garantiza las habilidades del pequeño.
La ceremonia comienza con el cambio de vestimenta realizado por el padrino o madrina, dependiendo del sexo del bebé. Luego, se colocan en las manos del pequeño herramientas que simbolizan un buen desempeño en la vida comunal. Para los niños, se utilizan machetes, hachas, lápices y cuadernos, mientras que para las niñas, se incluyen escobas, comales y libros, ya que estas actividades eran las más relevantes (Caso 2022, Villanueva y Virginia 2009). Actualmente, las herramientas han evolucionado, incluyendo computadoras, iPads, celulares, libros y otros, según el criterio de los padres y padrinos.
Durante el ritual, se da un recorrido de nueve vueltas alrededor de una banqueta o mesa en sentido de las manecillas del reloj, rompiendo una pepita en cada vuelta. Luego, se hacen otras nueve vueltas en sentido contrario, simbolizando la unión entre los padrinos y el pequeño (Caso 2022).
Los padres preparan alimentos como huevo sancochado, pepita de calabaza y hoja de chaya, que se dan a probar al pequeño por su simbolismo (Ruz 2007:287):
- El huevo representa la luna llena.
- La pepita fomenta el habla fluida y el entendimiento.
- La chaya sirve para abrir la mente.
A continuación, el pequeño es colocado en una superficie firme, y los padrinos lo apoyan para dar sus primeros pasos, con el propósito de que camine pronto. Al finalizar, los alimentos preparados se reparten entre los invitados. El pequeño inicia este acto, simbolizando la humildad futura, y se le entrega una moneda para que aprenda la relación entre trabajo y esfuerzo con las ganancias (Canto 2022).

